LEYENDA MAYA
Se decía que solo el cielo y el mar existían. Los dioses, llamados Tepeu y Gucumatz, eran los únicos en el mundo. Vestían plumas verdes y por eso se les conocían como Serpientes emplumadas.
Los dioses tuvieron una reunión y se pusieron de acuerdo para realizar la creación. El Corazón del Cielo, que se llamaba Huracán, llevaría a cabo los planes. Tepeu y Gucumatz hablaron la palabra Tierra y enseguida nació. Salieron del agua las montañas y de ella nacieron los árboles.
Luego, nacieron los animales de las montañas, que eran guardianes de las selvas: los venados, pájaros, pumas, jaguares y serpientes. A cada uno le dieron su hogar.
Los dioses le hablaron a todos los animales: «Hablad, gritad, gorjead, llamad. Hablad cada uno según vuestra especie, según la variedad de cada uno». Y se les indicó que invocasen y adorasen a los dioses. Pero no podían hablar, solo cacarear, mugir y graznar. No tenían lenguaje.
Los primeros humanos de barro
Entonces, los dioses formaron humanos de barro. Pero este material se caía, se mojaba y cambiaba de forma. La cabeza no se movía y no podían ver. Al principio hablaban pero con incoherencia. Así que destruyeron esta creación.
Los humanos de madera
Los dioses de nuevo hicieron reunión y acordaron crear formas de hombres con madera. Así se hizo y los hombres podían hablar. De esta forma vivieron y engendraron pero no tenían ingenio. No se acordaban de sus creadores y decayeron, se secaron.
Entonces los creadores mandaron una inundación para llevarse esa creación y se deshicieron de ellos. Los que huyeron se convirtieron en monos en las selvas.
Los hombres de maiz
De nuevo se reunieron a discutir los dioses la creación del ser humano. Mientras sucedía esto, nacían mazorcas amarillas y mazorcas blancas, que fueron llevadas ante ellos por un zorro, un coyote, una cotorra y un cuervo. Entonces usaron la mazorca y esta se volvió la carne, sangre y músculo de los hombres.
Los primeros seres humanos se llamaron: Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam. Estos cuatro hombres dieron gracias a los creadores.
Podían ver y oír, eran muy sabios y conocían todo. A los dioses no les gustó esto, no querían que los hombres conocieran todo y turbaron sus ojos. Ahora solo podían ver lo que estaba de cerca y ya no eran tan conocedores.
Fue entonces cuando decidieron crear a las mujeres, esposas de estos cuatro hombres. Los nombres de las mujeres eran: Cahá-Paluna, mujer de Balam-Quitzé; Chomihá, mujer de Balam-Acab; Tzununihá, mujer de Mahucutah; y Caquixahá, mujer de Iqui-Balam.
Así, se reprodujeron, adoraron y rezaron a los dioses.